La humedad del combustible fino muerto como herramienta para la predicción del riesgo de incendio forestal
Los incendios forestales son un fenómeno recurrente de los paisajes forestales a nivel global. Forman parte de la dinámica natural de los ecosistemas adaptados al fuego cuando su intensidad, frecuencia y extensión se encuentran en equilibrio con el resto de los elementos que componen estos entornos.
En las últimas décadas, este equilibrio se ha visto alterado por el incremento de la superficie forestal y de su continuidad que, combinado con el aumento de las temperaturas y las sequías estacionales por efecto del cambio climático, han llevado a una nueva generación de grandes incendios forestales, difíciles de controlar y con consecuencias negativas para el medio y para la gente que lo habita.
Para anticiparse a esta situación es necesario contar con un sistema que sea capaz de predecir con cierta exactitud y precisión dónde y cuándo se puede desarrollar un incendio de estas condiciones y proceder de manera preventiva a todos los niveles de acción.
La publicación diaria de mapas de humedad del combustible fino muerto pretende cubrir esta necesidad permitiendo a los organismos de gestión y control de incendios forestales disponer de una herramienta que ayude a conocer el riesgo de ocurrencia de un incendio de estas características.
¿Por qué la humedad de los combustibles finos muertos?
Actualmente, la predicción del riesgo de incendios se basa en índices meteorológicos y los estudios científicos al respecto nos indican que su validez no es universal. Al mismo tiempo, dichos índices presentan un valor propio sobre el riesgo meteorológico de que ocurra un incendio, pero no están directamente relacionados con una variable física o biológica importante para la propagación del incendio.
Es sabido que la probabilidad de ignición y de propagación de un fuego está inversamente relacionada con el contenido de humedad de los combustibles. En los combustibles muertos, el contenido de humedad responde a los cambios en las condiciones atmosféricas a través de la adsorción y desorción de vapor de agua por parte de sus tejidos higroscópicos. Estos cambios en su estado de humedad ocurren a macroescala en un lapso relativamente corto -días- para los combustibles finos muertos, entendiendo como tales a los restos de hojas, tallos y ramillas con un diámetro inferior a 25,4 mm.
Por estos motivos, podemos considerarlos como la primera condición necesaria para que ocurra un incendio, de manera que, pronosticar su estado de humedad puede suponer un aviso anticipado de cambios en la disponibilidad de nuestros montes.
¿Cómo se estiman los mapas y qué nos indica el nivel de riesgo?
Para calcular el contenido mínimo de humedad de los combustibles finos muertos se emplea un modelo semi-mecanicista basado en el déficit de presión de vapor de la atmósfera. Este modelo únicamente requiere de registros puntuales de temperatura máxima y de la humedad relativa asociada a esa temperatura que luego son interpolados espacialmente.
Por otra parte, estudios recientes han demostrado la relación existente entre el contenido de humedad de los combustibles y el área quemada acumulada tras un incendio. Estos trabajos han permitido determinar unos niveles críticos de humedad, aplicables a una gran amplia variedad de latitudes y tipos de vegetación, cuyo exceso conduce a la ocurrencia de mayores incendios forestales.
Para conocer más sobre estos temas, en el apartado de REFERENCIAS se pueden consultar los principales artículos que han inspirado este trabajo. En breve, también será publicado un documento abierto con la metodología empleada para obtener los mapas.